Por: Sebastián Erdmenger
Estudio Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana, fundador y director de DesarrollARTE. Creo que nadie puede permanecer indiferente a lo que pasa en nuestra sociedad, la proactividad es una actitud obligada hoy en día
@erdmengerMX
El pasado 14 de febrero, la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida fue testigo del último tiroteo escolar que ha sufrido Estados Unidos. El asesino, Nikolas Cruz de 19 años, mató a 17 personas. La masacre revivió la discusión nacional sobre la portación legal de armas, basada en la segunda enmienda a la Constitución de Estados Unidos.
La portación de armas legales por ciudadanos estadounidenses que no comprueban su estabilidad psicológica para hacer uso de ellas, ha generado nuevamente un fuerte debate sociopolítico en Estados Unidos sobre la validez de la segunda enmienda.
Según las estadísticas que presentó el FBI sobre el National Instant Criminal Background Check System (NICS), en 2017 se registraron, en todo el territorio estadounidense, 7.2 millones de nuevas armas legales. De estas 5.2 millones fueron armas largas. Mientras tanto, si analizamos las estadísticas históricas de los tiroteos masivos en centros educativos estadounidenses encontramos que, en todo el siglo XVIII y XIX, se cometieron 38 ataques. Solo en la década de 1990, la cifra fue de 62. Del 2010 a la fecha van 145 tiroteos escolares, en promedio un ataque cada 18 días. Las cifras son verdaderamente alarmantes.
Cada vez que estos trágicos eventos suceden, se reactivan las discusiones que proponen siempre las mismas soluciones. Una reforma a la segunda enmienda o incluso la derogación de la misma es una postura común. La segunda enmienda, ratificada el 15 de diciembre de 1791, forma parte de lo que se conoce como Bill of Rights. “A well regulated militia, being necessary to the security of a free state, the right of the people to keep and bear arms, shall not be infringed.”
Desde 1791 la población estadounidense tiene el derecho de adquirir armas de fuego de manera legal. Lo anterior, aunado al dato que se mencionó sobre la cantidad de armas inscritas al NICS solo en 2017 nos deja ver la capacidad armamentista que la población de Estados Unidos dispone. Si los recursos administrativos materiales para ejercer la violencia física ya están en las manos de la gente, ¿Cómo sacas todas estas armas del mercado? ¿Es verdaderamente posible reducir la cantidad de armas que circulan legalmente en Estados Unidos, aun haciendo una reforma a la segunda enmienda?
En México se han diseñado campañas de desarme en las que la población canjea sus armas por bienes domésticos. Sin embargo, en una sociedad que ha interiorizado tanto su derecho a portar armas, es difícil de imaginar que accedan a entregar sus rifles a cambio de una licuadora o un tostador.
A raíz del tiroteo en Parkland, Florida; Andrew Ross Sorkin publicó un artículo en el New York Times donde propone un novedoso plan para hacer frente a la pasividad de Washington sobre el control de la venta de armas. Sorkin sugiere que las empresas financieras como bancos e instituciones crediticias sean consecuentes a sus discursos de responsabilidad social e impidan la compra de armas de fuego con sus tarjetas de crédito e instrumentos financieros. Si bien, el artículo añade un elemento nuevo a la discusión nacional, el mismo texto es claro al señalar las enormes dificultades que esta propuesta puede enfrentar.
Entonces, si las armas y los medios para hacer uso de la violencia física ahí están y se vislumbra imposible que desaparezcan; si las discusiones políticas en Washington nunca concretan en nada; y las propuestas novedosas encuentran más obstáculos que vías libres, ¿Cómo se puede frenar esta violencia desmedida en centros educativos?
Creo que hay que irnos al fondo del problema. La mayoría de estos ataques no se da por crimen organizado, actividades delincuenciales o ajustes de cuentas. Muchos casos son por problemas mentales, falta de sentido a la vida o desequilibrios psicológicos del perpetrador.
Uno de los casos icónicos que representa lo anterior es el que sucedió en 1979 en la Cleveland Elementary School de San Diego, California. Brenda Ann Spencer de 16 años disparó con un rifle desde la ventana de su casa al patio de la primaria, matando a 2 personas y dejando a varias más gravemente heridas. Al momento de su detención argumentó que realizó el atentado porque no le gustaban los lunes y quería animarse. La respuesta de Spencer inspiro a Bob Geldof y The Boomtown Rats a componer el tema “I don´t like Mondays.”1
México no es ajeno a estos temas. Todos recordamos el terrible caso del Colegio Americano del Noreste donde un alumno disparó en contra de sus compañeros y maestras, todo con el fin de demostrar lealtad a una “Legión Holk” que se organizaba por internet.
Con estos casos en mente, y sin perder de vista a Nikolas Cruz, creo que el debate sobre la segunda enmienda y la National Riffle Association es un poco estéril y no ataca el problema de raíz. ¿Qué está pasando en nuestras sociedades que generamos niños que son capaces de cometer este tipo de atrocidades? Gilles Lipovetsky nos diría que, en parte, es resultado de esta sociedad hipermoderna en la que vivimos. Una sociedad que privilegia el hiperindividualismo, que se compone de seres hipernarcisistas e hiperhedonistas, que basamos el cumplimiento de nuestras seducciones en el consumo de cosas efímeras. Vivimos en una sociedad donde el otro no importa.
Aquel que logra salir bien parado de esta sociedad hipermoderna puede, medianamente, sortear la vida. Pero aquel que la sociedad lo ha marginado, expulsado, denostado, humillado y peor aún ignorado; empieza cargar traumas y dolores muy difíciles de sobrellevar. Las sociedades hipermodernas son “Cajas de Petri” para el bullying, el acoso y la falta de cohesión social. Tendríamos que entender que el ser víctima de bullying, acoso o de un mal ambiente escolar puede ser un detonante de los asesinos escolares. Mencionaba arriba lo dañino que resulta en un ambiente escolar el ser ignorado. Tristemente, está comprobado que en algunos casos los “shooters” actúan de esa manera como una última forma de no pasar desapercibidos.
Más allá de reformas políticas, el gobierno y la sociedad estadounidense deberían de analizar a fondo sus sistemas educativos y de salud mental. Hay que revisar por qué Estados Unidos es el emblema mundial del bullying y como las industrias culturales nos han dejado ver el daño que este fenómeno genera en las escuelas americanas (por ejemplo, la película Cadena de Favores). Analizar el motivo de la falta de cohesión social en general en la sociedad estadounidense y en particular en sus escuelas. Será importante revisar el sistema de salud, más allá de Obama Cares o no. ¿Realmente se está atiendo correctamente la depresión, esquizofrenia, bipolaridad, sociopatías y demás enfermedades mentales? Se debe hacer un análisis sistémico del problema. El efecto mariposa que ocurre cuando un niño es bulleado y como esto puede desencadenar en un tiroteo masivo en alguna escuela. Como dijo Andrew Pollack, padre de Meadow Pollack asesinada en Parkland, Florida, ahorita no es momento de pelearnos con los republicanos, con la NRA, con el presidente Trump; ahora es momento de que esto no vuelva a pasar. Never Again.
A todos nos ha impactado el movimiento “Never Again”. Ver a Cameron Kasky cuestionar a Marco Rubio sobre el financiamiento que le da la NRA. La seguridad de Emma González al refutar a Dana Loesch, vocera de la NRA, en el townhall de CNN. La templanza y sabiduría de David Hogg al hablar con todos los medios de comunicación sobre las políticas hipócritas de Washington. Personalmente se me hace admirable este movimiento, que no solo reivindica a la generación millenial, pero que está haciendo historia, parecido a lo que sucedió en 1963 en la Cruzada de los Niños de Birmingham y el Movimiento de los Derechos Civiles.
Este movimiento está demostrando la vitalidad de los jóvenes y su compromiso social. En palabras de David Hogg, demuestra que aún existen líderes juveniles que no han perdido la fe en Estados Unidos y en la humanidad. Debemos de seguir muy de cerca las actividades de estos chavos. Estamos, seguramente, atestiguando el surgimiento de líderes humanos, instruidos y congruentes. Yo solo me preguntaría, a manera de reflexión que le dejo a cada quien, ¿Cómo usar la vocación, talento y activismo de Hogg, Kasky, Gonzalez y todo el colectivo Never Again de manera preventiva para mejorar la cohesión social en las escuelas? ¿De qué manera podemos, desde nuestra trinchera, inspirarnos de Never Again para darle una mano a aquellos excluidos, marginados y amedrentados?
Empecemos a cambiar nuestras actitudes de indiferencia con aquel que sufre, que es bulleado y discriminado. Nos es pertinente a todos; en nuestra casa, escuela o trabajo. Tal vez, la solución al problema no se encuentre en los congresos o en las mesas de negociación políticas. Consideremos que nosotros, desde movimientos grassroots, podemos darle una verdadera solución de raíz.
[1] Les dejo un video de la canción de Bob Geldof y The Boomtown Rats “I don´t like Mondays” https://www.youtube.com/watch?v=Q6I9qVsXnSQ